A nuestros adversarios les hacemos un requerimiento: que ambas partes formulemos, por primera vez, proposiciones serias y precisas para invocar las maravillas de la ciencia, en lugar de sus terrores. Exploremos juntos las estrellas, conquistemos los desiertos, extirpemos las enfermedades, aprovechemos las profundidades del mar y estimulemos las artes y el comercio.
Sepan ustedes que por la supervivencia y el triunfo de nuestra libertad hemos de pagar cualquier precio, sobrellevaremos cualquier carga, sufriremos cualquier penalidad, acudiremos en apoyo de cualquier amigo y nos opondremos a cualquier enemigo.
Que quede claro que nosotros, los herederos legítimos de este mundo proponemos seguir siendo el amo de su propia casa, recordándoles a ustedes que, en el pasado, los que insensatamente se entregaron a buscar el poder cabalgando a lomo de tigre, terminaron invariablemente devorados por su cabalgadura.
A mis hermanos en la luz les digo que sólo a unas cuantas generaciones, en la historia del mundo, les ha sido otorgado defender su libertad en la hora de máximo peligro.
Hoy, las trompetas vuelven a llamarnos a terminar de una vez por todas con la pesada carga que año tras año hemos sobrellevado contra los enemigos comunes del hombre: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra misma.
Las tumbas de estos hombres y mujeres que acudieron al llamado circundan el mundo recordándonos que los derechos de los hombres provienen no de la generosidad del Estado, sino de la mano de Dios.
Recuerden siempre que hoy día somos los herederos de este mundo y no podemos permitir la lenta desintegración de nuestros derechos. Tienen en sus manos el poder para abolir toda forma de pobreza y suprimir toda forma de esclavitud.
Nosotros los guerreros de la luz, abrigaremos siempre la esperanza de verlos defendiendo vigorosamente su propia libertad y prometemos nuestros mejores esfuerzos para ayudarlos a ayudarse a sí mismos, por el periodo que sea preciso.
Exploremos qué problemas nos unen, en vez de insistir en los que nos dividen.
Unidos, es poco lo que no nos es dado hacer; divididos no lograremos nada, pues reñidos y distanciados no osaremos hacer frente a un reto poderoso.
Unámonos para crear un nuevo mundo, en el que los fuertes sean justos, los débiles se sientan seguros y caminemos como reyes y reinas en perfecta armonía con todas las criaturas, nuestro ambiente y se preserve la paz…
¿Quieren participar en esta histórica empresa?
Marchemos pues, invocando de nuestro PADRE su bendición y su ayuda, pero conscientes de que aquí en la Tierra la obra de Dios es realmente la que nosotros mismos realicemos.
La energía, la fe, la devoción que pongamos iluminará a nuestra causa y a todos los que la sirvan, y el resplandor de esa llama podrá en verdad iluminar al mundo. En nuestras manos está el éxito o el fracaso definitivo de nuestra llamada postrera guerra de la humanidad.